
Cuando la meta está cerca… pero la esfinge te espera
Cuando la meta está cerca… pero la esfinge te espera
Parece un maleficio. Justo cuando estás a punto de llegar, cuando todo indica que sí, que ahora sí es el momento, algo se atraviesa. Es como si el universo te dijera: “¿Estás segura? ¿De verdad estás lista?”
Mi amiga y su hija han pasado por un camino complicado. Su meta era clara: obtener un diagnóstico psicológico para su hija, entender cómo apoyarla mejor. Y todo parecía alinearse: las personas correctas aparecieron en el momento justo, lograron conseguir descuentos, citas gratuitas, apoyo extra. No fue fácil, pero todo indicaba que era por ahí.
Hasta el día final.
El último paso. La última cita. Se levantaron más temprano que nunca, se prepararon mejor que nunca. Esta vez no podía haber fallas.
Pero ahí estaba la esfinge.
El primer camión en el que viajaban sufrió un accidente grave. Bloqueo. Retraso. Una hora perdida. Luego, el tráfico. Más obstáculos. Cuando al fin llegaron, no pudieron entrar. Algo estaba pasando adentro. Una persona había entrado en crisis, había violencia, tensión. Nadie podía entrar ni salir.
¿Coincidencia? ¿Mala suerte? No lo creo.
Las esfinges aparecen cuando estás a punto de cruzar un umbral importante en tu vida. Son la prueba final. No son castigos, no son maldiciones. Son la forma en que el universo te pregunta: “¿Eres la persona que tiene que estar aquí? ¿Has hecho el trabajo interno para sostener esto que tanto quieres?”
Mi amiga y su hija pudieron haberse rendido. Pudo haber dicho “No se puede, ya fue demasiado”. Pero no. Respiraron hondo, esperaron, cruzaron el umbral cuando fue posible. Consiguieron el diagnóstico. No como lo habían planeado, pero lo consiguieron.
Sí, hay un último documento pendiente. Un pequeño retraso. Todavía hay algo que ellas tienen que terminar de convertirse antes de que la meta esté completa.
Y así es como funciona. No es solo querer algo. Es ser la persona que puede sostenerlo.
Si el camino se cierra justo cuando estás por llegar, pregúntate:
“¿Qué me falta todavía? ¿En qué me tengo que convertir?”
Porque cuando la meta es real, cuando es para ti, lo único que te detiene eres tú.